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Rocío Hernández
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Por Clara Asunción Garcia.
La FELGTB ha querido homenajear a las personas LGTBI mayores y a la memoria histórica con la declaración de 2019 como el año de Mayores Sin Armarios: ¡Historia, Lucha y Memoria! Entre sus objetivos está el de «dignificar el papel de las personas mayores LGTBI que, con su esfuerzo y visibilidad, impulsaron el movimiento por la igualdad de la diversidad sexual, de género y familiar, y construyeron los cimientos de nuestra comunidad».

Reconocer la lucha de aquellxs que nos precedieron, sin la cual nunca habríamos alcanzado las cotas de igualdad de las que hoy disfrutamos —si bien, todavía queda mucho camino que recorrer para que esa igualdad alcance a todas, todos y todes— era una de las tareas que teníamos pendiente como colectivo. Si aún en pleno 2019 tenemos que sufrir episodios de rechazo, violencia y LGTBIfobia, no es difícil imaginar lo duro que debía de ser décadas atrás, cuando existía hacia nuestra condición tanto un rechazo social mayoritario como un desolador desamparo legal e institucional. Si a día de hoy, en algunos ámbitos, lugares y circunstancias, visibilizarse como LGTBIQ sigue constituyendo un acto de valor, hacerlo en esa España en blanco y negro, en la que se acallaban las voces que se atrevían a levantarse contra la intolerancia y la desigualdad a base de porrazos y calabozo, entrañaba todo un ejercicio de riesgo.
Por todo ello, la lucha de nuestrxs mayores cobra mayor significancia y admiración y este 2019 de Mayores Sin Armarios: ¡Historia, Lucha y Memoria! nace para poner en valor lo que lograron, por ellxs y por todxs lxs que llegamos después. Este mismo 2019 en el que conviven generaciones que tuvieron que vivir la mayor parte de su vida como ciudadanxs de segunda con las que ya no conciben otra realidad. Y es precisamente a estas últimas a las que hay que recalcar que quien olvida su historia está condenadx a repetirla, y para mal, como nos está demostrando, lamentablemente, el repunte de ideologías LGTBIfóbicas, machistas y racistas que nos quieren devolver a esa vida en blanco y negro en la que tantxs vieron asfixiada su oportunidad de vivir en plenitud.
Y de esa premisa parte, precisamente, una película que tiene previsto su estreno este verano, Salir del ropero, la ópera prima de la directora gaditana Ángeles Reiné, autora también del guion, cuyo deseo con esta cinta ha sido el de «hablar sobre tolerancia, sobre la búsqueda de la felicidad y sobre la fuerza del amor». En definitiva, «sobre el derecho de cada cual a hacer lo que le dé la gana».

Y justo eso es lo que hacen los personajes de Sofía (Verónica Forqué) y Celia (Rosa María Sardá), dos mujeres que en su momento, pese a atraerse mutuamente, acabaron formando sus propias familias. Su historia podría ser la de cualquier persona LGTBIQ que haya tenido que acatar la heteronormatividad como única salida a la represión y la LGTBIfobia, pero, en este caso, Sofía y Celia acaban retomando las riendas de sus vidas y sus sentimientos y una vez enviudan deciden vivir su relación sin importarles la opinión de los demás.
Ese punto de partida en tonos grises que actúa como telón de fondo —su renuncia a lo que eran y lo que sentían— da paso a una historia en la que, a través de un tono de comedia familiar y según detalla la sinopsis de la película, se cuenta la «reacción de las respectivas familias ante el anuncio de la boda de las dos mujeres. La más airada es la de Eva (Ingrid García-Jonsson), nieta de Sofía, una joven y prometedora abogada española afincada en Edimburgo que ve peligrar sus planes de boda con el heredero de una importante y ultraconservadora familia escocesa. La joven intentará impedir por todos los medios el enlace de las dos ancianas y para ello contará con la complicidad de Jorge (David Verdaguer), el hijo de Celia, que se une a ella por diferentes razones. Pero con lo que no cuenta Eva es con la reacción del resto de su peculiar familia que, lejos de ayudarla, apoya la decisión de las dos mujeres. Entre enredos, mentiras piadosas, robos, atropellos, sensacionalismo mediático y situaciones delirantes, la joven irá comprendiendo qué es lo que verdaderamente importa en su vida.»
No es difícil imaginar qué tipo de revelación será esa, dada las intenciones declaradas por la directora, pero lo verdaderamente deseable sería que esa comprensión fuese más allá de la ficción, que traspasara la pantalla y alcanzara a aquellxs que creen que las personas LGTBIQ no somos sus iguales, que consideran que la cirujana lesbiana que les opera, el carnicero gay del supermercado de la esquina que les sirve la carne o, sencillamente, le vecine del 5º con quien se cruza cada mañana en el rellano, no tienen derecho a una vida en la que aspirar al cien por cien de sus posibilidades y a la que afrontar con el ciento por ciento de las garantías que otorga (o debería otorgar) toda sociedad avanzada y democrática. Ojalá esa comprensión, que no es otra cosa que el fundamento sobre el que se asientan los derechos universales, ilumine hasta el último rincón de la caverna en la que anida ese tipo de ideología.
Y, sobre todo, ojalá que en el futuro no tengamos necesidad ni motivo para contar este tipo de historias, sea para proyectarla sobre una pantalla o para plasmarla sobre una cuartilla de papel, porque eso significará que por fin hemos alcanzado esa sociedad plural, respetuosa y diversa a la que todxs deberíamos aspirar.
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Salir del ropero es una coproducción hispano-lusa producida por Yaiza Films AIE, Salir del ropero AIE y Airam Films SL y la portuguesa Take 2000 con la participación de TVE.
Cuenta entre su reparto con actores y actrices de la talla de Candela Peña, Mónica López, Álex O’Dogherty o Pol Monen y en su banda sonora podemos encontrar el tema principal, Tú y yo y el loco amor, compuesto e interpretado por Mónica Naranjo para la película.
